jueves, 30 de noviembre de 2017

La presencia de John Brown

 Por Gabriel Cartaya

Al cumplirse, este 2 de diciembre, el 158 aniversario de la muerte de John Brown, creo conveniente recordar su nombre, no sólo por tratarse de un aniversario por muchas razones memorable, sino también por los mensajes que de su ejemplo nos alcanzan para enfrentar todo asomo de discriminación racial, cuando en el siglo XXI algunos intentan revivir teorías y acciones sobre una supuesta supremacía blanca.
   John Brown nació en Connecticut en mayo de 1800, en un cambio de siglo marcado por la existencia de la esclavitud en Estados Unidos, aun cuando la naciente Constitución de la nación había proclamado el derecho de los hombres a ser libres. Brown era blanco, pero heredó y acrecentó una conciencia antiracista. Su abuelo fue combatiente independentista y el padre un confeso abolicionista, a  quien vio desde la niñez proteger a los negros que escapaban de la violencia de la esclavitud.
 Ya siendo hombre, comenzó a vivir en una comunidad afroamericana cercana a Nueva York, construida en una propiedad donada por Gerrir ­Smith para que sirviera de refugio a los que huían de la plantación esclavista, pero también de formación educativa a sus miembros, quienes encontraron  en Brown uno de sus mejores preceptores.
        “Los últimos momentos de John Brown”. 
      Thomas Hovenden, 1882-84
 Pero el valiente John no  se limitó a predicar a favor del abolicionismo, pues como hombre de acción privilegió la lucha frontal contra los esclavistas. En 1856, creó una organización para enfrentar con las armas a los cazadores de esclavos. A partir de esa fecha, se convierte en un adalid antiesclavista de esa región y fue extendiendo su liderazgo a las comarcas vecinas. Los enfrentamientos armados entre los defensores de la esclavitud y los abolicionistas alcanzaron una gran notoriedad en la década de 1850. Entre las batallas de ese tiempo se  recuerda la de Black Jack, triunfal para el grupo comandado por Brown, en el marco de tenaces enfrentamientos para evitar que en el recién creado estado de Kansas  se introdujera la esclavitud. Claro que la desventaja de fuerzas era considerable, por lo que los esclavistas triunfaron en varias batallas, como la de Osawatomie.
 El líder Brown era ­consciente de que el camino armado era el único recurso posible para eliminar la esclavitud y fue consecuente con este credo, al entender que todas las propuestas pacifistas se estrellaban frente a los defensores del oprobio esclavista.  Por eso se propuso organizar sublevaciones armadas y crear comunidades libres compuestas por afroamericanos, como primer paso para lograr la emancipación total de la raza negra en Estados Unidos.
 En octubre de 1859, Brown comenzó a crear zonas liberadas en la parte occidental de Virginia. En ese empeño, con un grupo de hombres tomó el arsenal federal de Harpers Ferry, en la actual Virginia Occidental, consiguiendo el control de la ciudad. Pero ese pequeño grupo fue rodeado por una compañía del Ejército muy bien armada, comandada por el coronel Robert E. Lee. En el desigual combate murieron dos hijos de Brown y varios de sus hombres. Él fue herido y hecho prisionero. Le acusaron de traición, cuando en realidad estaba defendiendo el derecho constitucional del hombre a la libertad. El 2 de diciembre lo llevaron a la horca, en Charlestown, Virginia.
 Unos meses más tarde comenzó la llamada Guerra Civil, que vino a ser una especie de continuidad de la lucha que libró John Brown por la abolición de la esclavitud. Cuando los soldados abolicionistas marchaban al combate, iban entonando una canción a John Brown.
 Algo más de tres años después, Abraham Lincoln declaró la libertad de los esclavos en Estados Unidos, completando la lucha del  líder que le antecedió, quien pasó a la historia de la nación no sólo como un símbolo de la lucha antiesclavista, sino, por extensión,  como un modelo del enfrentamiento a todo tipo de discriminación racial.
    El legado histórico de Brown fue un referente en las luchas de la década de 1960 por los derechos civiles en Estados Unidos. Por ello, su permanente ejemplo ha sido recreado por diversos músicos, pintores, escritores  y cineastas. La canción “Meteor of War”, del grupo de rock Rancid, la novela de  McBride The Good Lord Bird o la película “Santa Fe Trail”, de Michael Curtis, son sólo unos ejemplos de la trascendencia, el servicio, con que nos sigue acompañando el paradigma  de John Brown.
 Publicado en La Gaceta, el 1.° de diciembre, 2017




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